martes, 11 de marzo de 2014
Diez.
Mi dedos crujen.
Se hace carne el deseo de gritar a través de ellos.
Los sentimientos se agolpan todos juntos,mezclándose unos con otros. Afuera la luna deja su huella en el patio, y el viento se encarga de traer sonidos del otro lado de la muralla que me divide con el afuera. Camino hacia la ventana y me pierdo en el cielo.
-Pide a gritos estrellas.
El conglomerado de sentimientos pierde una lágrima, la cual no dejo terminar su recorrido.
-Es difícil focalizar.
Los ojos se cierran y buscan recuerdos, pero ese pensamiento se hace presente. No deja entrar a nadie.
Se escucha un suspiro,
-Ya no tarda en venir otra lagrima.
No.
Te juras y te vuelves a jurar no jugar otra vez así. Miras tu herida y vuelves a jurarlo.
-En el fondo sabes que te vas a lastimar otra vez.
Comenzas a reparar el escudo.
Es más precario que el anterior.
-Ya lo sabes.
El corto recorrido de la lágrima ya es imperceptible.
Miras tu reflejo en el vidrio y cuentas hasta diez.
Miras tus dedos, uno por uno.
-Trata de pensar en positivo.
Cruzas la frontera.
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