Su mirada ya no guarda secretos.
Su sombra deja atrás la mujer que fue y que por causa del destino ya no será.
Su vestimenta corrobora su sentencia: terminar sus días en este mundo, sin vivirlos.
Sus proyectos fueron olvidados, como a ella, y ya casi no recuerda cuál fue su razón de vida.
El olvido la ha abrazado para acompañarla hasta el día en que sus pulmones no quieran llenarse del frío oxigeno de la mañana.
Por sus venas ya solo corre sangre. La adrenalina ante los hechos que la rodean ya no forman parte del torrente.
No merece su vida.
Y por más que prenda velas nadie acudirá a sus plegarias.
Su mirada se apaga en cada estación.
No hay motivo para mostrar los dientes.
Llorar, ya no sirve de nada.
Deja como herencia sus huesos doloridos y marcados, sus penas.
Sus quejas... aprendió a dejarlas en cada pueblo en el cual piso en busca de un plato caliente y una sonrisa en la puerta.
Viajar solo la aleja de la muerte, esa que camina junto a ella, se acuesta a su lado y espera, sin prisa, a que sus huesos no quieran moverse más, a que sus ojos no quieran mirar otra vez la mujer que no fue.

Muy bueno. No sabias q te habias hecho un espacio.
ResponderEliminarGracias alvarus!!! hace rato que lo tengo, por temporadas suelo mantenerlo, jeje! un abrazo!
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